“La experiencia del usuario (UX) consiste en la vivencia real que tienen los usuarios con determinado producto, al relacionarse o interactuar con él. Esta vivencia incluye sensaciones y valoraciones hacia el producto, donde los diseñadores procuran que la experiencia final sea lo más agradable, positiva y satisfactoria posible, recibiendo como satisfacción final la fidelidad del usuario” [3].

La experiencia del usuario abarca entonces todos los aspectos de la interacción del usuario final con la empresa, sus servicios y sus productos [4], y es “el resultado de las percepciones y respuestas de una persona por el uso y uso anticipado de un producto, sistema o servicio” [5].

Peter Morville diseñó un diagrama para explicar la importancia de la experiencia del usuario, donde lo primordial es asegurar que los usuarios encuentren valor en lo que se les proporciona. Este diagrama se denomina “User Experience Honeycomb” [6], y señala que una experiencia del usuario es significativa y valiosa cuando el producto es:

• Útil: su contenido es original y satisface una necesidad.
• Usable: el producto es fácil de usar.
• Deseable: la imagen, identidad, marca y otros elementos de diseño evocan emociones hacia el producto.
• Localizable: su contenido es navegable y localizable dentro y fuera del producto.
• Accesible: su contenido es accesible para personas con necesidades especiales.
• Creíble: los usuarios confían y creen lo que el producto muestra.
• Valioso: Este elemento deriva como resultado de cubrir correctamente todos los demás. De este modo, es posible aportar más valor al producto.